El Desafío Inca se está convirtiendo en una auténtica tortura para Laia Sanz y en un verdadero desafío, como el propio nombre del rally peruano indica. En la segunda etapa, celebrada este sábado, la piloto de Soficat Xerox ha sufrido, debido al estado físico que arrastra desde hace un par de días a raíz de un virus intestinal. Aun así, ha conseguido aguantar el tipo hasta la primera mitad del recorrido (165 de 330 km), si bien ha tenido que apearse de su KTM 450 Rally tras el repostaje y retirarse, como ya hiciera ayer.
Laia era consciente desde el primer momento que no sería un día fácil para ella, pero quería salir a la pista como fuera para sumar kilómetros de entrenamiento con vistas al Rally Dakar 2019 y, en parte, “devolver el esfuerzo que ha hecho el equipo”, según comentaba anoche. Pero la fiebre y el resto de síntomas del cuadro vírico han hecho mella en ella.
“Quería hacer al menos la primera mitad, porque el desierto de Perú es un sitio ideal para entrenar la navegación de cara al Dakar del próximo año, que se disputará aquí. Sabía que sería duro para mí, pero la verdad es que lo he pasado mal y me encuentro un poco peor que ayer”, reconoce.
Pese a su estado, Laia Sanz aun ha sacado fuerzas de flaqueza incluso para ayudar al portugués Joaquim Rodrigues, que se había quedado parado en la arena por un problema en su moto. La de Soficat Xerox y el KTM Factory Racing Team ha demostrado nuevamente su compañerismo y no ha dudado en remolcar al piloto averiado.
“En esta modalidad, es normal que nos ayudemos los unos a los otros cuando tenemos problemas, y más si, como en mi caso hoy, no me estaba jugando nada. Es una de las cosas bonitas de este deporte y lo contrario sería no entender de qué va esto”, asegura.
El Desafío Inca, una prueba de las Dakar Series no puntuable, concluirá este domingo con la tercera y última etapa. La participación en ella de Laia Sanz no está asegurada y se decidirá en función de cómo evolucione su estado durante la noche.