El idilio de nuestra sociedad con los smartpones ha llegado hasta tal punto que la mitad de las personas reconoce sufrir ‘nomofobia’, una sensación de miedo o ansiedad al no tener o móvil o quedarse sin batería.
Esta necesidad casi vital de disponer del teléfono móvil en todo momento, ha hecho que surjan muchos mitos que supuestamente nos ayudan a preservar nuestro nuevo bien más preciado: la batería.
Uno de los más extendidos es que se debe descargar la batería por completo antes de volver a cargarla. Esto, que era cierto con la tecnología utilizada por los primeros móviles, no sucede con las baterías de iones de litio de los terminales actuales. De hecho, se dice que la batería del móvil tiene un número finito de ciclos de carga, de manera que al dejar que llegue a 0% le estamos acortando la vida.
Tampoco es cierto que sólo se pueda utilizar el cargador que viene con el móvil. Existen cargadores de marcas conocidas que funcionan igual de bien que los de la propia firma del teléfono. Simplemente debemos seguir el sentido común y tener en cuenta que un cargador que cueste un euro no es tan seguro ni tan fiable como uno que haya pasado los correspondientes controles de seguridad.
En caso que utilicemos un cargador de calidad, no hay ningún problema en dejar cargando el móvil toda la noche. Los sistemas operativos de los móviles actuales dejan de enviar corriente al dispositivo cuando éste está cargado, con lo que no hay riesgo de sobrecarga. Lo que sí que tenemos que hacer es dejar cargar el móvil en un lugar ventilado y sin ningún tipo de funda que lo cubra, para evitar así que se sobrecaliente.
Gracias a los sistemas operativos actuales, tampoco es necesario cerrar continuamente las apps abiertas en segundo plano. De hecho, la eficiencia de los smartphones hace que se gaste una menor cantidad de batería al dejar las apps en segundo plano que cerrándolas a mano.
Sin embargo, en el caso del brillo sucede justamente lo contrario: es mejor controlarlo manualmente. Si bien es cierto que el sistema de control del brillo automático reduce el gasto de energía al adaptarse a la luz exterior, requiere tener un servicio analizando de manera constante el nivel de luz, de manera que al fin y al cabo el consumo de batería es mayor que si lo regulamos manualmente.