La Unión Europea quiere duplicar su producción de chips en la próxima década para depender menos de otros países, pero no todo el mundo está convencido de que embarcarse en una costosa carrera de subsidios para atraer fábricas al continente sea el mejor camino hacia la autonomía.
Para que tengamos un móvil, una consola, una televisión, un coche, casi lo que sea, se necesitan semiconductores; o en su efecto chips.
Dicho sector también es parte de la lucha geoestratégica que se está librando ahora mismo en todo el mundo, con China, Estados Unidos o Japón, pero también con la Unión Europea.
Precisamente para no perder ese ' tren del progreso' la Comisión Europea presentó este martes la EU Chips Act, con la que espera llegar a ser, quién sabe, una 'superpotencia' de los semiconductores a medio plazo.
La movilización para ello alcanzará los 43.000 millones de euros, entre inversiones ya fijadas y otras que se harán. Ahora mismo en la UE se producen solo el 9% de los chips a nivel mundial y el objetivo es que se genere el 20% de todos para el año 2030.
El objetivo es reducir su enorme dependencia de terceros países, sobre todo del sudeste asiático, para el suministro de unos componentes tan indispensables en cualquier dispositivo digital que su escasez a raíz de la pandemia obligó a paralizar líneas de producción en algunas industrias, como la automovilística, y acabó con las reservas de ciertos productos en Europa.
La meta del plan es que la UE controle el 20% del mercado global.