El restaurante pop-up Food Ink aterrizó la semana pasada en Bellvís (Lleida), para ofrecer tres cenas exclusivas y muy especiales. Mesas, platos, cubiertos y hasta la comida que disfrutaron los privilegiados asistentes habían salido de una impresora 3D. Una experiencia única basada en la tecnología de impresión en tres dimensiones.
Chefs de prestigio como Mateo Blanch y Joel Castanyé están al frente de Food Ink, este novedoso proyecto, que nace gracias a la puesta a la venta de la primera impresora del mundo capaz de manipular alimentos. Estos equipos permiten ver a los cocineros no sólo a los fogones, sino también controlando estas impresionantes impresoras 3D de alimentos.
La intención con la que nació el restaurante Food Ink, que en agosto se estrenó en Londres, es crear un resultado complejo que ponga el valor el mérito de la tecnología y vaya más allá de las increíbles habilidades de chefs de prestigio mundial. Se buscan elaboraciones y platos que con la mano humana serían imposibles de crear, como por ejemplo dibujos inverosímiles sólo al alcance de la tecnología.
Este restaurante de comida 3D nos evidencia, una vez más, que la tecnología está en constante evolución. En este sentido Xerox, líder mundial en servicios de impresión, trabaja día a día para ofrecer a sus clientes los últimos avances en equipos multifunción.